
Visitar el Salone del Mobile de Milán es, para quienes vivimos el diseño, como abrir una puerta hacia lo que viene. Una experiencia que no solo muestra formas, materiales y colores, sino que propone una manera nueva de pensar los espacios. En Tizoni creemos que lo extraordinario nace de esa búsqueda constante: explorar, observar y reinterpretar.
Estos son algunos de los ejes que marcaron la edición 2025, y que nos inspiran a seguir creando cocinas donde el diseño no es un lujo, sino una forma de vivir.

Colores que abrazan
La paleta de esta edición se aleja de lo frío. Aparecen los marrones suaves como el Mocha Mousse (Color del Año según Pantone), tonos tierra, verdes apagados y acentos ocres. Colores que evocan calidez, conexión con la naturaleza y una sensación de bienestar.
Composiciones que se sienten
Este año, Milán reafirmó una tendencia clara: la armonía entre texturas diversas dentro de una misma pieza.
Se vieron superficies que contrastan y se potencian: maderas veteadas combinadas con acabados lacados, estructuras revestidas en cuero junto a vidrios opacos, telas de alto gramaje en tonos tierra sobre tramas lisas y pulidas.
La textura volvió a ser protagonista: lo rugoso, lo satinado, lo poroso y lo pulido conviven para generar experiencias sensoriales sutiles, pero memorables.
Cada terminación deja de ser fondo para convertirse en un gesto de diseño. El resultado: piezas con presencia, volumen y profundidad, que no buscan destacarse por exceso, sino por equilibrio.
Materiales que hablan
El vidrio artesanal, las maderas nobles, los metales cálidos y las texturas naturales fueron protagonistas. Desde tapicería tejida a mano hasta cerámicas con acabado nacarado, las superficies ya no solo cumplen una función: transmiten una emoción, una historia, un legado. Una experiencia sensorial completa.
Diseños con narrativa
Más allá de la estética, muchas marcas eligieron contar historias. Stands que se convertían en escenarios, propuestas que jugaban con la luz, los recuerdos y los sentidos. Una idea fuerte: el espacio no solo se habita, también se vive.
Formas que fluyen
La naturaleza no solo ha regresado, sino que está viva y se “derrite, gotea y ondea con la brisa” a través del diseño de maneras fascinantes. El diseño se animó a lo blando, lo ondulado, lo imperfecto. Las superficies no fueron planas: tuvieron cuerpo, peso y gesto.
Fue una invitación a redescubrir el confort desde lo orgánico. A rodearse de volúmenes que contienen y abrazan.
Sostenibilidad
La sustentabilidad ya no es una tendencia: es una realidad integrada al diseño. Se vieron materiales reciclados, procesos responsables y un claro enfoque en lo duradero, lo funcional y lo esencial.
Un regreso al origen
Esta edición del Salón del Mueble ofreció una visión sofisticada de lo cotidiano, donde el confort se une con la expresión personal.
Las formas se suavizaron, evocando lo orgánico y lo natural. Materiales como el cuero, la madera tallada, el vidrio trabajado o los tejidos a medida narraron historias de oficio, precisión y búsqueda. Cada decisión compositiva (desde la modularidad hasta la iluminación integrada) pareció responder a un mismo criterio: adaptarse a quienes habitan.
El resultado fue una estética que equilibra tecnología, calidez y liviandad visual. Un diseño funcional, pero también sensible.
Y, sobre todo, un regreso al origen: a esa dimensión esencial del diseño como gesto humano.
Como una herramienta para transformar lo cotidiano, mejorar la experiencia del espacio y reconectar el cuerpo con la materia.